“Si tienes problemas leves es mejor que vayas a un psicólogo, pero si ya es algo de fuerza mayor yo te recomendaría que fueras a un psiquiatra”. Es muy probable que muchos de nosotros hayamos escuchado la anterior frase de un familiar o un amigo cercano cuando consultamos a dónde ir si tenemos un problema. En el argot popular, no han quedado aún muy establecidas las diferencias en cuanto a disciplina y función de la Psiquiatría y la Psicología Clínica; es por ello que muchas veces se confunden o se pone una por encima de la otra. En el siguiente artículo pretendemos aportar información que sirva para discernir entre los estudios, ámbitos de intervención y funciones de un psiquiatra y un psicólogo clínico, así como las limitaciones profesionales de cada uno como sus principales herramientas y técnicas de intervención.
Para empezar, lo primero que hay que saber es que ambos profesionales se encuentran dentro del campo de la salud mental. El psiquiatra es un médico que ha estudiado 6 años de medicina en una universidad y ha hecho la oposición, es decir, el examen de MIR (Médico Interno Residente – 4 años de especialización). Por otro lado, el psicólogo asiste a la universidad para estudiar el Grado en Psicología (4 años) y luego, si se quiere dedicar al ámbito sanitario, tiene dos opciones: hacer el Máster de Psicología General Sanitario o hacer el PIR (Psicólogo Interno Residente – 4 años de residencia). Ambos profesionales se especializan en el estudio de los llamados “trastornos mentales”, con las siguientes diferencias:
Como vemos, la diferencia fundamental entre la psicología y la psiquiatría reside en los tipos de problemas que tratan cada una. La psiquiatría se especializa e interviene, o debería, en lo que se conoce como “problemas mentales graves”, es decir, aquellos que afectan y distorsionan gravemente la cognición, la percepción y las emociones como los trastornos psicóticos, y en algunas ocasiones, trastornos de personalidad como el TLP (Trastorno Límite de la Personalidad); ya que su enfoque terapéutico es farmacológico y estos están desaconsejados en la mayoría de personas que no presentan un trastorno severo. Por otro lado, la psicología se considera heterogénea; si bien interviene en clientes con alteraciones graves, también ofrece sus servicios a cualquier persona que no las tenga. Si partimos de la Psicología Científica, cualquier comportamiento humano, desde el más complejo hasta el más sencillo, puede ser modificado mediante técnicas psicológicas. Por lo tanto, los psicólogos tienen la capacidad para intervenir en problemas de menor complejidad, como el establecimiento de un hábito, o problemas de mayor complejidad, como la presencia de alucinaciones visuales.
Hablando de técnicas de modificación de conducta, la herramienta por excelencia de los psicólogos y la que principalmente nos diferencia de los psiquiatras, es el Análisis Funcional de la Conducta. Éste es un sistema de organización de la información que se obtiene durante la evaluación clínica. Básicamente consiste en identificar relaciones funcionales entre la conducta y el ambiente del cliente. De esta manera, se establecen las posibles causas de las conductas problema y se generan hipótesis sobre el mantenimiento de éstas. A partir de esta herramienta, los psicólogos diseñan un plan de intervención adaptado a las necesidades y objetivos del cliente.
Es importante que también los profesionales de la salud mental tengamos muy claro la diferencia y, sobre todo, los límites de estas disciplinas. Dentro de la labor del profesional sanitario también está hacer llegar la información correcta al público general, ya que toda decisión debe partir de la base de tener información precisa para tomarla. Podemos concluir que la psiquiatría y la psicología son disciplinas diferentes y no son excluyentes una de la otra. De hecho, en algunos casos se complementan muy bien y dan muy buenos resultados. La salud mental es un campo donde muchas veces se requiere de la intervención de diferentes profesionales y, dependiendo de cada cada caso, la multidisciplinariedad es un requisito fundamental para el éxito terapéutico. Finalmente, y a modo de conclusión, es importante recordar que la Psicología trabaja desde el enfoque biopsicosocial, es decir, tomando en consideración todas las áreas de la vida del cliente, mientras que la Psiquiatría se basa exclusivamente en el modelo médico. Si bien es cierto que algunos psiquiatras se entrenan en técnicas de modificación de conducta, su intervención es mayoritariamente enfocada a la biología y bioquímica del comportamiento, no centrándose en el por qué y para qué del mantenimiento de las conductas.
Alumnos del practicum del Grado de Psicología de la Universidad Europea de Madrid
Juan Pablo Perera, Sol Garcia Matus y Sarah Belen Olarte Pinzón